A través del follaje perenne
que oír deja rumores extraños,
y entre un mar de ondulante verdura,
amorosa mansión de los pájaros,
desde mis ventanas veo
el templo que quise tanto.
El templo que tanto quise...,
pues no sé decir ya si le quiero,
que en el rudo vaivén que sin tregua
se agitan mis pensamientos,
dudo si el rencor adusto
vive unido al amor en mi pecho.
Rosalia de Castro | Orrillas del Sar I
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo, vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa; vi que amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espalda,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
Francisco de Quevedo | Miré los muros de la patria mía
Hoy he sentido el río entero
en mis brazos...
Lo he sentido
en mis brazos, trémulo... Vivo
como el cuerpo de un hombre verde...
Esta mañana el río ha sido
mio: Lo levanté del viejo
cauce. ¡Y me lo eché en el pecho!
Pesaba el río... Palpitaba
el río adolorido del
desgarramiento... -¡Fiebre mía
delagua!...-.
¡Me dejó en la boca
un sabor amargo de amor y muerte!
Dulce María Loynaz | Abrazo
Etiquetas: poesia
posted by saturnine | 12:13 |
---------------------------------------------------------------------------------------------------------------
0 Comentários:
Enviar um comentário
Subscrever Enviar feedback [Atom]
<< Página inicial